Ayer, 11 de septiembre de 2018, disfruté de mi 42 cumpleaños… y lo hice de la mejor manera posible, acompañada de los seres que más quiero, Pedro, mi madre y mi padre… por supuesto también estaban Chispa, Anís y Carla…las peluditas que nos regalan su compañía día tras día.
No sé si habéis oído hablar alguna vez de la Antroposofía…a mi me entusiasma y me remueve… su “creador”, Rudolf Steiner.
Steiner habló de los septenios, el estudio biográfico de las personas cada 7 años. En esta Web explican perfectamente de qué va esto: http://memoriaemocional.com/los-septenios/
Yo acabo de terminar, feliz, mi sexto septenio y me adentro, emocionada e ilusionada, en mi séptimo.
En este ciclo de 7 años que acabo de finalizar, que va de los 35 a los 42 años, normalmente nos cuestionamos si lo que estamos haciendo en nuestra vida tiene autenticidad… si es realmente lo que hemos venido a hacer a este mundo.
Y puedes creer o no en estas cuestiones..pero si miras a tu alrededor muchas veces es así. Yo precisamente a los 35 años (sin saber aún mucho de estas cosas) reventé… venía un tiempo sintiendo que mis días no eran lo que tenían que ser.. que mi vida no me completaba. Y en octubre de 2011, 1 mes después de cumplir los 35, pedí una excedencia en mi anterior trabajo y me marché al otro lado del mundo, a Nueva Zelanda, previa parada en Australia.. Y allí estuve 8 meses que me ayudaron a revolverme, a llorar, a reír, a vivir intensamente, a ponerme a prueba, a meditar, a sentir, a aprender…mucho.
Fue todo un viaje a mis profundidades…algo muy recomendable.
Volví, me reincorporé al trabajo… pero ya nada era igual… el sinsentido me rondaba, me gobernaba… y nada me satisfacía, no era feliz.
Así que me sacudí los miedos, y afronté el cambio radical, de raíz, me comencé a formar en alimentación y cocina vegetariana, holística, natural (dejé de comer carne y pescado al acabar la universidad hace ya unos cuantos años…) y dejé el trabajo allá en octubre de 2015 (otro octubre, otro gran paso..adoro el otoño) para emprender este proyecto que es ECOS DEL DUERO.
Y justo ahí, justo ahí, apareció el AMOR, esa persona de la que no te quieres separar ya nunca jamás, con la que quieres seguir evolucionando, creando,… apareció Pedro. Y fue todo un aliento, mi mayor apoyo, mi COMPAÑERO (gracias Alberto, de corazón).
♥
Y todo se fue definiendo poco a poco…hasta llegar a SENTIR que lo que tenía que hacer era esto, una escuela de ECOLOGÍA PRÁCTICA Y SALUD NATURAL, aquí, en mi tierra… esta tierra que me ha visto nacer y a la que he repudiado en varias ocasiones… esta tierra a la que ahora amo y le agradezco TODO.
Y estos ya casi tres últimos años en estas hemos estado, gracias también a vuestro apoyo.
Organizando actividades de educación ambiental para diferentes entidades públicas y privadas, las Eco-jornadas del Duero con su mercadito “Ribera Natural” (al principio Ecomercados), talleres de alimentación SANARE, consultas personalizadas, asesoría ambiental a pequeños municipios… y claro, autoconstruyendo a la reina de la fiesta, la casita-escuela de EL VERGEL DEL DUERO 🙂
Y después de contaros un poco todo esto (jo, me apetecía..no sé) llego a lo importante… a contaros los últimos avances en la finca, en la obra.
En la última publicación os contabamos que andábamos poniendo tabla y tarima… ¡y ya hemos acabado!! Al final hacer la construcción de una planta es lo que tiene… un tejado enorme…ains!

Y después de la tabla nos centramos en avanzar el tejado central, el que va con teja árabe. El otro, el que redondea a este interior, es techo verde, pero primero eso, el central. Protegimos la tabla con una lámina tipo tyvek (que es una especie de gore-tex, lo que se ve azul-verdoso) que es impermeable pero transpirable y sobre ella pusimos las “costillas”, rastreles, que harían de sujeción para la tabla de arriba, la que cerraría el “sandwich” del aislamiento.

Sobre esta lámina aplicamos un mortero de cal con gránulos de corcho de alcornoque para mejorar el aislamiento y proteger algo más la paja, que es el material que hemos elegido para protegernos del frío y del calor para esta zona, 20 cm de paja en libros, lo más compactada que hemos podido. Ah! la paja, más local imposible, de aquí de Tubilla… mil gracias Raúl y Mauricio por ponérnoslo tan fácil y por vuestra maravillosa disposición.
Hemos intentado tapar lo mejor posible con mortero las juntas más grandes, ya que la tabla no queda tan bien como la tarima machihembrada (esperemos que los diminutos y precioso ratoncillos de campo no puedan montarse un chalet ahí dentro).
Y encima de este “sandwich”, más lámina tipo tyvek para proteger de posible lluvias. La hemos grapado sobre rastreles, a ver qué tal resulta. Ahora faltaría poner otra tanda de rastreles sobre los que ya irán las tejas. La canal, la de abajo, la hemos comprado, y va apoyada con una especie de tacón que tiene. Encima de esta pondremos la teja recuperada que nos han regalado (mil gracias!!)..cada una de su padre y de su madre, a ver cómo se nos da porque al ser un tejado a ocho aguas vamos a sudar tinta, me temo.
Y como una de las capas del tejado verde tiene que solapar por debajo de esta última lámina tyvek del tejado central, no podemos seguir con él..así que de aquí saltamos a poner los aleros. Unos maderos grandecitos que sobresalen 60 cm al muro exterior (el que irá de paja) para proteger la construcción del duro sol de verano y de la lluvia. Les hemos dado forma y van en la misma línea que los troncos redonditos del interior, pero independientes. Así si tiene algún problema futuro no será tan problemático. Y sobre estos canes, más tabla, la que forma el alero. Así queda:
¡Y más o menos hasta aquí tenemos hecho!! porque como dieron unos días de lluvia (que hacía mucha falta pero la verdad es que egoístamente este año estábamos contentos con un verano tan sequito… sorry!!) tuvimos que cubrir todo el tejado con la lámina paravapor (plástico negro gordito, vaya), para evitar males mayores..ya que como os podréis imaginar a la madera no le va nada bien el agüita.
Esta lámina es la primera capa que lleva el tejado verde (o de tierra vaya, lo de verde el tiempo lo dirá..jeje), luego va el aislante, una lámina de geotextil, el EPDM (caucho, uno de los mejores impermeabilizantes del mercado, que no transpira nada de nada), otro geotextil y una “huevera” (que funcionará como lámina drenante). Y ya en encima de todo, la tierra… y las semillas.
Pero esto lo dejamos ya para otra publicación, que me da que me he alargado un poco…
Solo deciros que mañana ya no dan agua y así parece que seguirá hasta el próximo martes-miércoles, por lo que vamos a intentar acabar esta última parte del tejado central. Esta tarde quitaremos todo el plástico para que oree toda la madera y mañana lo volveremos a poner y empezaremos con el aislante.. a toda caña, porque no puede caer una gota antes de al menos, poner el epdm.
Y ahí voy, en la mejor compañía posible, a por mi séptimo septenio, mi regalo de cumpleaños. Este es el primero de la etapa más espiritual de nuestra vida, el que nos regala más desapego, el que abre nuevas vías de descubrimiento y creatividad… porque críos no tenemos, pero ideas, parimos unas cuantas…
Nos seguimos encontrando, si tu quieres, aquí y allá
Un abrazo grande y mucha saLUZ